VISIONES DE LA SAGRA TOLEDANA

COLEC. CASTILLA-LA MANCHA 1

El paseante y su perrita Celia caminan por Castilla-La Mancha.

Es fácil imaginar a un viajero del siglo XVI, trotando a lomos de una mula desde Madrid, dirigiéndose hacia To­ledo y contemplando en determinados lugares los mismos paisajes que ve un viajero actual. Salvo por las construccio­nes modernas y algunas remodelaciones paisajísticas, todo está ahí como hace quinientos años. De hecho, los viejos pueblos, con sus edificios más antiguos, sus iglesias y sus caserones nunca se han ido de donde están, siguen en el mismo sitio.

Han cambiado las personas, ha habido adelantos tec­nológicos. Aun así, lo importante está vivo. Es eso, exacta­mente, lo que pretenden encontrarse los viajeros.

La Sagra, como tal entidad natural e histórica, englo­ba pueblos tanto de la provincia de Madrid como de la provincia de Toledo. El paseante conoce muchos pueblos de La Sagra madrileña. La toledana, sin embargo, le gusta más. Encuentra en esa tierra características peculiares que le emocionan y a la vez le estremecen…