APOLOGÍA DE LA INCERTIDUMBRE

Porque preferí la incomodidad de la duda a la certidumbre del dogma, escribí hace algún tiempo… El esfuerzo poético adquiere ese carácter fronterizo, de barricada algunas veces, en un territorio donde nos negamos a abandonar la seguridad de la verdad (al menos, aparente) pero no podemos sustraernos al vértigo de la incertidumbre, al bosque frondoso y laberíntico que supone abandonar la casa y buscar, sin saber si lo encontraremos, nuevos destinos, incluso rutas nuevas.

La palabra poética y el aforismo filosófico sirven de punto de partida y equipaje necesario del explorador; la cercanía, en ocasiones, a la mirada casi mística, nos sitúa en otras perspectivas desde donde analizar el mismo mundo. En una existencia que se ha vuelto líquida y la posverdad se enseñorea, ejercer una apología sobre la incertidumbre significa adquirir conciencia de que el ser humano es una continua pregunta, de que las interrogaciones son más importantes que las afirmaciones, que nuestra vida nunca está hecha del todo, que somos camino y senda antes que meta.